El geólogo es un ser con distintas personalidades,
Porque en esta profesión se conjugan vidas difíciles de compatibilizar:
El campo con la ciudad, la naturaleza con la sociedad,
El bullicio con la soledad y las rocas con la realidad.
El geólogo parece frío y calculador,
Aunque en el fondo es un bohemio soñador.
Mezcla de científico telúrico con aventurero explorador.
Pragmático y viajero, desaliñado y dicharachero.
Apasionado incurable, ermitaño irremediable.
El geólogo es naturalista por vocación,
aunque disfruta del fútbol y la televisión.
Antisociable y gruñón, pero también gusta de la fiesta, el vino y los amigos en reunión.
Extrovertido en su actitud,
más prefiere el silencio y la quietud.
Tosco, rudo y machista, aunque tiene sensibilidad de artista.
Se emociona al hallar un fósil o un mineral,
Pero más lo conmueve la alegría de su hijo al verlo regresar.
El geólogo lleva múltiples pasiones en sus intimidades,
con ellas mantiene controladas las necesidades,
Las dolencias, las frustraciones y las voluntades.
Con ellas soporta la soledad interminable de una huella,
En el cansino traqueteo de un mular o en agobiantes jornadas en solitario caminar.
Con ellas soporta la desazón al dejar la familia,
los amigos y el cómodo sillón.
Prescindir de las fechas, fiestas y cumpleaños
para dedicarle al campo sus mejores años.
Ausentarse largos períodos por un salario fijo,
demasiado tiempo para no ver a sus hijos.
Y cuando está tranquilo en su casa con los que ama, siempre está pensando en volver a la Pachamama.
Para el Geólogo el campo es su laboratorio, unas rocas le sirven de escritorio,
la carpa o el tráiler es su oficina, allí le pone el cuerpo al clima.
Sobrevive en el desierto, en la selva o en el hielo.
Duerme en un catre, en una lona o en el suelo,
se aguanta el frío y la aridez, el viento y la tierra,
le da lo mismo el calor, si llueve o si nieva.
El geólogo se desempeña en toda nuestra geografía.
En el frente de una cantera o en el fondo de una mina, en un dique o en superficie.
En la Antártida o en la Puna, en el Aconcagua o en la Payunia.
En el fondo del mar o junto a una máquina de perforar.
Y cuando está en el laboratorio o en la oficina,
añora aquellas dosis de adrenalina.
Y cuando vuelve del trabajo estresado,
extraña las noches bajo un cielo estrellado,
Con la mirada perdida frente al fogón extasiado.
El geólogo es multifacético por necesidad,
le hace a todo oficio ante la adversidad.
Escalador y montañista, mecánico y electricista,
capataz y obrero, fotógrafo, cantor y guitarrero.
Técnico y matemático, dibujante e informático,
baqueano y naturalista, poeta y artista,
psicólogo y enfermero, cocinero y curandero.
Muchos geólogos dieron la vida por esta arriesgada profesión:
Un desplome en la mina por una inesperada explosión,
un barranco traicionero por escapar del aguacero,
un vuelco en la huella por mirar una estrella.
Una descompensación en altura por trabajar con premura,
un accidente caprichoso por un descuido azaroso.
Una grieta, un derrumbe o una nevada fueron su última morada.
Así es el geólogo, mi amigo, muchos personajes lleva consigo,
y si tienes ganas, a brindar te obligo,
por ese geólogo que siempre llevas contigo.